Una vida secreta: Camilo Sesto a 4 años de su muerte

El 8 de septiembre de 2019 miles de personas se entristecían con la noticia de la muerte del artista español. Partía uno de los exponentes más importantes de la canción romántica que enamoró multitudes a fuerza de talento, belleza y misterio.

En 1971, Camilo Sesto grabó su primer álbum, Algo de mí, y en las siguientes décadas sumó más de 600 canciones registradas en 40 producciones discográficas que vendieron 200 millones de discos. Sus temas románticos enamoraban a los españoles pero también a los hispanoparlantes. Reinó junto a los reyes de esa época. Si Raphael se imponía por su magnífica voz y Julio Iglesias por su carisma, Camilo Sesto era la mezcla perfecta de ambos más un plus: además de cantar, componía y producía sus canciones.

Su talento traspasó las fronteras y en 1975 Andrew Lloyd-Webber lo eligió para protagonizar la versión española de la ópera rock Jesucristo Superstar. Precursor de los musicales, de toda la península llegaban micros para verlo; el artista se convertía en un ídolo de masas, especialmente para las jovencitas de la época, que llenaban el teatro y esperaban horas para verlo. Caracterizado como el Nazareno se dejó crecer la barba. Esa imagen se hizo tan famosa que, al finalizar la obra, una empresa de máquinas de afeitar le ofreció 50 mil dólares por quitársela para uno de sus anuncios. Aceptó y donó el dinero a un hogar de huérfanos.

Los 70 y los 80 fueron su tiempo de esplendor artístico, lanzaba un disco por año y realizaba giras por los países iberoamericanos, también a lugares como Estados Unidos y Japón. En los 90 comenzó su ocaso. La música, los gustos musicales, cambiaban y esas muchachitas que deliraban por él, se transformaban en señoras cuyas hijas deliraban por La Oreja de Van Gogh y Jarabe de Palo. Camilo profundizó su reclusión que solo rompía con el lanzamiento de alguna canción -ya no un álbum- una gira o una entrevista.

A sus escasas apariciones públicas le seguía la polémica. Sus cambios físicos eran notorios y no por el paso implacable del tiempo sino por numerosas intervenciones estéticas de resultados dudosos. En su constante y perdida lucha por lograr la eterna juventud se sometió a estiramiento facial, eliminación de las bolsas de los ojos, elevación de cejas, una rinoplastia para mejorar el perfil de su nariz y aplicación de bótox en los pómulos, intervenciones que le impidieron sonreír con naturalidad y convirtieron su rostro en casi una caricatura. También se especulaba sobre su pelo, sin una sola cana y tan abundante que se intuía producto de un injerto capilar. Sí conservaba el natural hechizo de sus ojos azules.

A comienzos del 2019 trascendió que había regresado al hospital por fallas renales. El 8 de septiembre, un comunicado de Twitter anunciaba su muerte. “Queridos amigos & amigas. Lamentamos mucho comunicaros que nuestro gran y querido artista Camilo Sesto nos acaba de dejar. Descanse en paz”, anunciaba el tuit.

Comenzó entonces un nuevo capítulo de la novelesca vida del artista español. Se habló de un enfrentamiento entre su representante, Eduardo Guervós, su administrador, Cristóbal Hueto, y su hijo Camilo -manejado en todo momento por su madre, Lourdes Ornelas- a causa del reparto de la herencia.