Twitter hoy corre más peligro que nunca

Las amenazas al Twitter de Elon Musk parecen multiplicarse tras un accidentado período que no evidencia tener un final cercano. El megabillonario magnate de origen sudafricano confirmó este domingo que, desde que la adquirió por alrededor de $44 mil millones en octubre de 2022, la compañía ha perdido alrededor de la mitad de sus ingresos publicitarios y sus ganancias anuales anticipan una baja de $2.1 mil millones relativo al 2022, esto generó un flujo de fondos negativo para Twitter que será difícil de revertir.

La compañía, además, se enfrenta a un caudal elevado de deudas: Musk deberá pagar alrededor de $13 mil millones este mes. Los cambios dramáticos que ha llevado a cabo el ejecutivo, que incluyen el despido de alrededor de la mitad de los 7500 empleados de la compañía en búsqueda de reducir costos en sus primeras semanas, reflejan en parte su ideología errática, paranoica, y cada vez más conservadora.

Hace unas semanas, Musk se lanzó a un período de 24 horas excepcionalmente accidentado para la red social del pajarito tras anunciar límites diarios a la cantidad de tuits que los usuarios podían ver. El magnate, también dueño y CEO de la empresa automotriz Tesla y la compañía SpaceX, alegó que la medida, que duró alrededor de un día, tenía el propósito de limitar la extracción de datos por parte de algoritmos externos a Twitter. Estos utilizan la información para entrenar inteligencias artificiales o investigar patrones en los usuarios de la red.

Los usuarios que pagan Twitter Blue, el formato que reemplazó a la verificación de identidad que Twitter otrora les ofrecía a las figuras públicas, podían acceder a 10 veces más tuits que los usuarios gratuitos. Como nota positiva, Musk anunció en simultáneo que Twitter alcanzó un nuevo récord de segundos totales de uso diarios en las últimas semanas.

Desde que compró la empresa para lidiar con la supuesta censura a voces de derecha, Musk sugiere que hay enemigos al acecho, y que sólo él puede lidiar con estos. Las consecuencias, sin embargo, no han sido favorables, y a su larga lista de problemas, Musk deberá incluir que Meta, la compañía de Mark Zuckerberg propietaria de Facebook, Instagram, y WhatsApp entre otras importantes redes sociales, lanzó su propia versión de Twitter, llamada Threads, la semana pasada. La nueva red social, cuyas cuentas están vinculadas a Instagram, ya acumula más de 100 millones de usuarios desde su salida al mercado, comparado con los aproximadamente 500 millones de usuarios que mantiene Twitter.

La notoria fragmentación política entre las distintas organizaciones que buscan reemplazar a Twitter revela que la adquisición de Musk nunca fue un acto neutro. Musk busca recuperar el control de una Internet que se subleva en su contra y Twitter, en su rol como centro de diálogo público global, es un eje clave de su proyecto. Llevó a cabo la prolongada y dificultosa adquisición luego de meses de disputas legales y retóricas con varios de los progenitores de la aplicación. El multibillonario emprendedor percibía que la misma no incentivaba a la libertad de expresión y se arrogó a sí mismo el rol de salvador.

La retórica de protección de la libertad de expresión contra la censura que Musk alega es llevada a cabo por grupos de izquierda a figuras como él. Nominada ‘cultura de la cancelación’, opera muchas veces como un intento por parte del movimiento conservador de esconder el carácter discriminatorio de sus discursos.

Ejemplo claro de esto fue la suba marcada en epítetos discriminatorios tanto raciales como homofóbicos y transfóbicos tras la adquisición de Musk, protegida para él bajo su nuevo régimen de libre expresión. Son notorias también las alianzas de Musk con otros guerreros anti-‘woke’, como el comediante Bill Maher (quien ha expresado dudas sobre la efectividad de las vacunas y defendido al precandidato presidencial antisemita, sinófobo y antivacunas Robert Fitzgerald Kennedy Jr.), y Joe Rogan, quien también ha dudado de la efectividad de las vacunas.

Twitter, junto con otras redes sociales, tomó un rol de especial prominencia durante la presidencia de Trump, al ser acusada de no tomar suficiente acción contra las llamadas fake news, otras distorsiones de la realidad, y llamados públicos a la violencia. Sin embargo, es también el centro clave del periodismo mundial y una fuente que aparenta ser irremplazable como núcleo de pensamiento y debate. A medida que se aproxima el primer aniversario de la era Musk en la red, la supervivencia de Twitter corre más peligro que nunca.