Salud en Alquiler, el riesgo de los ensayos clínicos

Inmigrantes latinos en apuros económicos participan una y otra vez en ensayos clínicos para ganar dinero. No siempre les explican los riesgos para su salud y, cuando algo sale mal, buscar justicia puede ser agónico. María Elisa Rangel murió tras ingerir un fármaco experimental y su familia reclama que los investigadores no le advirtieron de los riesgos más graves. Blue Fronteraz perdió el cabello luego de inscribirse en tres ensayos clínicos consecutivos para multiplicar sus ingresos. Y Roberto Lamelo sospecha que las diarreas que sufre pueden ser consecuencia de haber participado en ensayos médicos por años para ganarse la vida.

Salud de Alquiler, una investigación de cinco meses realizada por Telemundo, encontró que las clínicas que conducen ensayos en humanos saludables, conocidos como experimentos de Fase 1, emplean una y otra vez a los mismos inmigrantes. Necesitados de dinero, muchos ignoran las reglas, que establecen al menos 30 días de desintoxicación entre un ensayo y otro, y se someten a experimentos múltiples y en serie, saltando de clínica en clínica sin ser detectados. 

Estos engaños no solo arriesgan la salud individual sino la pública porque, según expertos, afectan los datos que recibe la FDA para aprobar o no un tratamiento nuevo.

Más de 14,000 clínicas privadas y académicas en Estados Unidos estaban reclutando voluntarios para ensayos de Fase 1 hasta marzo de 2022, según la Biblioteca Nacional de Medicina, pero expertos estiman que unas 60 son las más activas en el país. Inmigrantes entrevistados para esta investigación confirmaron que suelen regresar con regularidad a una decena de estas clínicas, en diferentes ciudades de Florida, Texas, Kansas, Arizona, Wisconsin y Missouri, donde la población hispana ya está establecida o va en aumento.

Para participar en estos ensayos no es obligatorio demostrar estatus legal, por lo que muchos voluntarios son indocumentados y no tienen un seguro médico que los respalde en caso de lesiones o fatalidades. 

Antes de comenzar un ensayo, los voluntarios deben firmar el consentimiento informado, un documento que detalla los riesgos de ingerir el medicamento bajo investigación, y se comprometen a informar sobre cualquier efecto secundario. Algunos aseguran que a veces ocultan estas reacciones por temor a ser retirados de las pruebas y no recibir el pago completo. 

Es común que las clínicas privadas recluten voluntarios usando métodos “poco éticos” como publicitar la compensación por encima de los riesgos, según el Dr. Olveen Carrasquillo, jefe de Medicina General en la Universidad de Miami. “Las clínicas quieren a los participantes y los participantes quieren el dinero. Entonces, eso crea un sistema propicio para el abuso”.

“Tradicionalmente hemos pasado dificultades para que las minorías participen”, explica Carrasquillo, refiriéndose a los desafíos para reclutar personas de la comunidad latina y negra en todas las fases de investigación médica. “Si la razón por la que [las clínicas privadas] están recibiendo más latinos en los ensayos de Fase 1 es por el dinero, esa no es la forma correcta de hacer investigaciones”.

Quienes dicen ganarse la vida participando en ensayos clínicos lo hacen en esta fase de investigación, donde se busca saber cuán tóxicas son las nuevas medicinas, por lo que están más dispuestos a ingerir fármacos que los enferman que a probar medicamentos con potencial para curarlos. En los estados con más latinos —Florida, California, Texas— es donde más estudios de este tipo se realizan. 

No existe un mecanismo nacional que obligue a las clínicas a detectar quién tomó qué, cuándo y dónde, o que descubra si los participantes violan las reglas.

(Fuente: Telemundo)