El Viernes Santo es el periodo durante el cual se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. En esta fecha se conmemora la muerte en la cruz del fundador del Cristianismo después de que Judas Iscariote lo delatara por 30 monedas de plata. Una traición que Jesús de Nazaret anunció la noche de antes durante la última cena con los doce apóstoles.
Los sumos sacerdotes conspiraban contra Jesús porque este se proclamaba «el Hijo de Dios» y lo consideraban un «alborotador», según recogen los Evangelios. Estas autoridades religiosas y quienes se oponían a su palabra decidieron llevar a Jesús ante Poncio Pilato. Aunque de primeras no lo consideró culpable, lo condenó por presión de una multitud que clamaba por su crucifixión. Jesucristo murió a los 33 años y a las 3 de la tarde, según dice la tradición cristiana.
Según el Evangelio de Mateo, Pilato entonces se lavó las manos con agua a la vista del pueblo, proclamándose «inocente de la sangre de este justo». Este gesto de ‘lavarse las manos’ es el origen de la expresión que llega hasta nuestros días. La muerte de Jesús ha sido representada en numerosas ocasiones en el arte y los momentos fechados en Viernes Santo forman parte de los pasos de las reuniones de Semana Santa.
Así, el Viernes Santo se convierte en uno de los días centrales de la festividad cristiana que finaliza con la resurrección de Jesús dos días después. Es un día de recordación que también supone un ayuno para algunos credos. Se abstienen de comer carne, tomar solo líquidos o hacer una única comida. Este ayuno se realiza como un signo de penitencia por los pecados cometidos.