La Revolución creó un gobierno local pero sin cortar lazos definitivos con España. ¿Qué es lo que hizo que se demorara ese paso?, varios estudiosos hablan de los límites de ese movimiento nacido en Buenos Aires y hasta de internas.
El 25 de Mayo invita a preguntarnos otra vez por la Revolución, sus ideales de libertad, de comercio libre y las profundas decisiones de país que se jugaron aquel lluvioso día de 1810. “El pueblo quiere saber de qué se trata” es la frase insignia (¿sería un hashtag en nuestros días?) que empezó toda esta historia de revueltas, luchas de caudillos, salones de tertulias, ideas agitadas que culminan y dan comienzo a otro ciclo en el Congreso de Tucumán de 1816.
En esos días, ante inminentes reuniones del pueblo en la plaza, y con ideales de libertad, de independencia y de revolución renovados, el ejercicio de la democracia exige reflexión y mirada histórica. ¿Por qué hablamos de Revolución en mayo de 1810 y de Independencia recién seis años más tarde, en 1816?.
¿Revolución o independencia? ¿Qué pasó políticamente en esos días de 1810?
“A la Revolución de Mayo hay que ponerla en relación con España – señala Florencia Canale, autora de diez novelas históricas, muchas de ellas ambientadas en la época de la Revolución y años posteriores. “Para mayo de 1810, Napoleón se había adueñado prácticamente de Europa, el rey de España había caído, ya no había rey. Y en Buenos Aires, los criollos empiezan a hacerse una pregunta fundamental: si no había rey, ¿porque había un virrey? Un virrey en base ¿a qué rey? Entonces se arma esta suerte de asamblea, cabildo abierto, con los principales vecinos para discutir este asunto de como querían seguir los criollos y los españoles, los peninsulares, que eran los dueños del dinero, además del poder, y los criollos quieren empezar a tallar dentro de la discusión político-económica de la región. Porque siempre la discusión además de ser por el poder, es sobre el dinero”.
“Manuel Belgrano se supone moderado pero en aquella semana de mayo, cuando discutían en el Cabildo, Belgrano es quien, con muy poca paciencia, dice que si el virrey no se retira de una buena vez, lo va a tirar por la ventana”, “¡Lo amenaza de muerte!. Entonces, con este dato, la idea romántica de Belgrano se profundiza. Belgrano tenía su lado pasional, no era tan moderado, sino que era un hombre con carácter y un rigor brutal”.
Romántico y pasional, con amenazas al virrey y todo, Belgrano sostenía sin embargo una idea monárquica. Y no porque fuera un fanático de las coronas, sino porque vivía inscripto en un clima de época, en una estructura de sentimiento y de ideas determinados por ese momento particular.
“Belgrano es uno de los que tienta a Carlota Joaquina, la hermana de Fernando séptimo, casada con el príncipe de Portugal en Río de Janeiro (donde estaba la corte lusitana) para que fuera una suerte de regenta. Es decir, para que resolviera esta situación de acefalía, porque estábamos acéfalos porque el rey había perdido contra Napoleón”.
Por supuesto que la idea de democracia que se jugaba entonces no era la misma idea de Democracia que discutimos ahora. La historia agranda, matiza o enflaquece los conceptos, los carga de experiencia, de sentidos. “No me parece bueno que juzguemos las iniciativas políticas de los hombres de Mayo a partir de lo que va a terminar pasando después. Por eso, decir que Belgrano era demócrata o no tan demócrata es un poco anacrónico…
Evidentemente eran tipos ilustrados los protagonistas de Mayo de 1810: Moreno, Belgrano y Castelli se imaginan cierta manera de representación en el gobierno, pero no es que pretendieran abrir esa representación a todos los habitantes. No tienen una idea de democracia tal como manejamos nosotros en donde todos los hombres y todas las mujeres somos libres e iguales y con derecho de representación, para nada”, apunta el autor de La pregunta de sus ojos.
“Hacia 1816, aún con cantidad de dificultades, el poder ejecutivo ejerce una soberanía relativamente cierta sobre las llamadas Provincias Unidas y, a la vez, ante la vuelta de Fernando VII al trono de España, obsesionado con recuperar sus antiguas colonias, pasar a la ofensiva, es decir, expulsar a los realistas de Chile y de Lima se convirtió en una necesidad imperiosa. Para emprender esta tarea, San Martín precisaba de esa declaración, mostrar que lo suyo respondía a una entidad política soberana e independiente”. Y entonces, entre el humo de los combates y las voces álgidas de las discusiones, aparecen momentos clave en los que se delinea el derrotero a seguir.
Y se organizan viajes en carreta a Tucumán, por ejemplo. Ampliación de la casa que acoge, alianzas, estrategias, objetivos y otra inflexión de la Historia. Porque como ahora, como entonces, la Historia no es más que el esfuerzo conjunto de las sociedades por llevar a la concreción política ideales de libertad, bienestar, prosperidad. Y el pueblo sigue queriendo saber de qué se trata.