El contenido en la red social china es cada vez más bizarro y carente de sentido, originando un debate sobre «comportamientos cuasi esquizofrénicos» de personas llorando por horas frente a la cámara o fingiendo ser robots. Todo eso sin contar las advertencias sobre robo de datos desde el gigante asiático y la intención de «convertir a la juventud occidental en ‘yonquis’ de la dopamina perpetuamente distraídos», según advirtió el escritor británico, indio Gurwinder Bhogal.
Probablemente algunas personas no hubieran querido toparse con el nuevo reto viral en TikTok, que lleva a creadores de contenido a simular ser una especie de robot que reacciona dependiendo de los “regalos” que les envían otros usuarios. Usan filtros faciales, sonidos repetitivos y, en resumen, es una imagen tan extraña que muchos se preguntan dónde quedaron los cientos de miles de años de evolución humana.
No podían faltar sus defensores, ya que grabarse por horas haciendo sonidos y expresiones sugerentes en la aplicación china se traduce en dinero. Es decir, por cada 100 monedas digitales, el creador de contenido recibiría 1,29 dólares. De manera que mientras más tiempo dura la transmisión, mayores ganancias se obtienen. La movida es similar a las fábricas de influencers en China con cientos de personas en las calles y bajo puentes grabando durante horas para buscar llegar a los usuarios con mayor poder adquisitivo.
Sin embargo, en Occidente el tema genera otras preocupaciones como la exposición de menores a contenidos que los empujan a pasar horas frente a los teléfonos, los pagos por tener vínculos parasociales, como ya trascendió en el caso de Caryn Marjorie o la difusión de material con sugerencias sexuales.
Dopamina en TikTok
Ya lo advertía el escritor británico-indio Gurwinder Bhogal: la red social china “podría ser un arma geopolítica devastadora” en el sentido que “sin prisa pero sin pausa, podría convertir a la juventud occidental en ‘yonquis’ de la dopamina perpetuamente distraídos”.
Otra opinión viene de Diego Ruzzarín, un youtuber radicado en Monterrey, México, cuyo contenido apela a la filosofía y al pensamiento crítico. Tras ver videos de Pinkydoll o parte de la transmisión de un hombre que lloró “durante 100 horas” frente a las cámaras para superar su propio récord, expone cómo estos comportamientos casi esquizofrénicos corresponden a “profesiones posmodernas derretidas de sentido” donde la atención se vuelve monetizable sin ningún tipo de significado de fondo.
Como consecuencia, sobre TikTok no solo pesan sospechas de espionaje y robo de datos cometidos por el régimen comunista chino, sino también cuestionamientos por predisponer individuos a la nula capacidad resolutiva, sin memoria o capacidad de discernimiento.
El papel de la Inteligencia Artificial
La viralización de TikTok ahora se extiende a Twitch, plataforma enfocada en transmisiones en vivo. Allí ocurre otra disociación de avatares convertidos en influencers conocidos como Vtubers (abreviatura de “virtual youtuber”). Tienen ese nombre debido a que fue en esa plataforma de videos donde comenzaron a aparecer. En su día 11 de transmisión en Twitch, el personaje “Ironmouse” se convirtió en la streamer femenina con más suscriptores.
Detrás de todo esto está el desempeño de la inteligencia artificial, cuya parte de su trabajo es configurar el algoritmo de cada usuario para mantenerlo dentro de la red social más tiempo. La detección del rostro para aplicar los filtros también es importante a la hora de personificar los NPC de la extraña tendencia de TikTok.
Oriana Rivas Panampost