Debido al excesivo número de nutrientes, fertilizantes, desechos humanos y otros químicos vertidos en la bahía, especies que se pescaban con facilidad hace 15 años están desapareciendo. Para quienes viven del turismo el comercio y la pesca lo que viene ocurriendo en la Bahía de Biscayne es preocupante. El agua que da vida a la fauna marina se ha ido deteriorando y pescadores de toda una vida como Lázaro Sánchez, temen que no se pueda recuperar el terreno perdido.
Debido al excesivo número de nutrientes, fertilizantes, desechos humanos y otros químicos vertidos en la bahía, especies que se pescaban con facilidad hace 15 años están desapareciendo. En 1992, Sánchez estableció su primera venta de pescado en Watson Island, y posteriormente surgieron sus reconocidos restaurantes Casablanca. Es pescador de quinta generación en su familia, suele recorrer la bahía y está impactado con los cambios.

“Hace 30 años no veías más de tres botes por semana pasando por Elliot Key, ahora en un día puedes ver hasta 3,000 barcos expulsando gas, químicos, basura y provocando una polución desmedida”. Como prácticamente en cualquier otro lugar de la costa, el aumento de la población en el sur de la Florida, las construcciones y el turismo masivo han desencadenado efectos negativos en la calidad del agua. Y la bahía de Biscayne, se enfrenta a graves consecuencias ambientales tras verse rodeada por vecindarios nuevos y modernos que atrajeron una marea incontrolable de inversión inmobiliaria, turística y comercial.
“El ecosistema tiene un problema y no sabremos si hay un punto de no retorno” nos dijo Henry Briceño, profesor del Instituto ambiental de la Universidad Internacional de Florida, FIU, por su sigla en inglés, quien lleva más de 20 años monitoreando lo que sucede. Biscayne viene sufriendo un deterioro tan silencioso como peligroso. Y esta vez, no hay tiempo que perder porque la situación es grave.

Con una costa de 221 millas cuadradas las aguas de la bahía se fueron llenando de podredumbre durante las últimas décadas, sin que hubiera un esfuerzo coordinado por evitar el problema de polución y la desaparición de hasta el 90% de su hierba marina en algunas áreas.
Este pasto que yace en el fondo de la bahía se encargaba de brindar comida y refugio para los peces más pequeños, manteniendo la calidad del agua, filtrando los contaminantes y absorbiendo el exceso de nutrientes que se cuelan. Pero sin hierba, no hay vida marina. Básicamente. “Se detiene el proceso natural de fotosíntesis, los sedimentos dañinos se quedan en la superficie del agua, no permiten el paso de luz y por lo tanto no se desarrolla fauna”, explica Briceño.
El rostro más desolador y trágico de la bahía pudo verse en el 2020, cuando más de 26,000 peces se asfixiaron por falta de oxígeno en el agua, según determinaron los científicos que estudiaron el suceso. Desde entonces, el Condado Miami – Dade y los municipios circundantes intentan, unos más rápido que otros, ponerse al día con lo que debieron haber protegido hace décadas: un valioso recurso natural y un importante motor económico.
La crisis ha movilizado a diferentes sectores a comenzar una carrera por detener el detrimento del lecho acuático, por eliminar el alto nivel de contaminación causado por los pozos sépticos, los fertilizantes, los plásticos y por renovar el sistema de alcantarillado que está corroído, con filtraciones y no tiene capacidad para conectar propiedades que se construyeron sin pensar en los daños ambientales.
Al compartir su costa con el área urbana del Gran Miami, la bahía alberga una amplia gama de negocios que incluye líneas de cruceros, actividades recreativas y de pesca, deportes acuáticos y un significativo mercado inmobiliario de lujo. Pero no existen datos recientes que cuantifiquen los daños ambientales desatados por las construcciones masivas sobre esa costa, ni tampoco el impacto económico.
El último Estudio sobre Biscayne se hizo en el 2004 cuando el condado contrató a la firma Hazen & Sawyer que estimó que las actividades alrededor de la bahía generaban ingresos de $627 millones anuales y ese valor representaba el 10% de todo el ingreso que recibía el condado. Pero mucha agua ha corrido desde entonces, debido al desarrollo de la zona. Sin duda alguna, es una economía importante, con un motor en marcha que se enfrenta a desafíos ambientales de gran envergadura.

1. LOS TANQUES SÉPTICOS: LO QUE ESCONDE EL AGUA
La proliferación de tanques sépticos en Miami-Dade ha desatado una crisis ambiental en la bahía de Biscayne. Aproximadamente el 15% de las propiedades utilizan tanques sépticos en mal estado, lo que resulta en la contaminación de las aguas costeras.
2. EL SISTEMA DE ALCANTARILLADO: EL ALTO COSTO DE LOS RASCACIELOS
El desarrollo inmobiliario desmedido en la costa de Biscayne ha causado graves problemas de contaminación y severas inundaciones en Miami. La construcción masiva de rascacielos y la sobrepoblación han colapsado las alcantarillas y el sistema de drenaje.
3. LOS FERTILIZANTES: UNA AMENAZA INVISIBLE
En 2023, se aprobó en Florida una ley que limita la regulación local sobre el uso de fertilizantes, generando preocupación por sus efectos en la calidad del agua y el medio ambiente. Las compañías productoras de fertilizantes presionaron para aprobar esta ley, alegando pérdidas económicas.
4. LOS PLÁSTICOS: UN PROBLEMA NO DEGRADABLE
La reducción del uso del plástico es un objetivo crucial para construir un futuro más sostenible en Miami. Tanto los gobiernos locales como la empresa privada están uniendo fuerzas para fomentar el reciclaje y eliminar el uso del plástico. A través de productos biodegradables y la promoción de la reutilización de contenedores, se busca generar conciencia y cambiar los hábitos de consumo de la comunidad.
LA SALVACIÓN DEPENDERÁ DEL TRABAJO RÁPIDO Y CONSTANTE
Desde hace cinco años, cuando la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica informó que los daños ambientales en Biscayne eran tan graves que pronto serían irreversibles haciendo imposible restaurar la bahía a su estado original, surgieron algunas iniciativas.
Pero la realidad es que se ha perdido mucho tiempo, “El proceso de recuperación de la Bahía de Biscayne debió comenzar hace por lo menos 20 años y ahora debemos movernos mucho más rápido” dice Irela Bagué.
Estos problemas serios y complejos requerirán mucho dinero, políticas del gobierno que sean constantes y un enfoque comunitario para que la restauración sea efectiva y duradera a largo plazo.
El condado dice que acelera el paso en algunas de las recomendaciones que ha recibido, pero tanto la alcaldesa Cava como la directora de protección de la Bahía, insisten en que ciudades como Miami deben hacer más y sentir la presión que exige el tema.
Algunos estudiosos de temas ambientales con los que hablamos temen que todo se quede en intentos de buena fe, que vayan demasiado lento o que los proyectos queden archivados. “Estamos en una situación que los expertos ecológicos llaman ‘punto crítico’ en donde el agua no es tan peligrosa para consumo o recreación, pero no tomaría mucho para que se vuelva peligrosa”, aseveró el director del Instituto del Medio Ambiente en FIU, Todd Crowl.
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Biscayne Bay es uno de nuestros recursos naturales más preciados, y el condado de Miami-Dade se ha asociado con The Miami Foundation en la placa especial «Protect Biscayne Bay».
Las ganancias de las ventas de placas especiales se destinarán a la Fundación de Miami y se utilizarán para los esfuerzos de restauración y educación de Biscayne Bay. Se deben vender tres mil cupones de placa para que la placa especial «Protect Biscayne Bay» entre en circulación en todo el estado y esté disponible en todas las agencias de etiquetas.
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