Para la gran mayoría de los republicanos e independientes, la edad de Biden ha dejado de ser un simple número y se ha convertido en escrutinio político. La capacidad del Presidente Biden para ejercer su cargo y su avanzada edad se encuentran cada vez más bajo la lupa de legisladores, analistas conservadores e independientes y activistas. Para la gran mayoría de los republicanos e independientes, la edad de Biden ha dejado de ser un simple número y se ha convertido en escrutinio político, sobre todo en las respuestas del mandatario a la prensa y la grave situación económica que atraviesa Estados Unidos.
En sus casi 50 años en el Congreso y como vicepresidente durante el mandato de Barack Obama, Biden no destacó nunca como un político de vanguardia, tampoco con una capacidad creativa y audaz. En los momentos en que se encuentra la mayor potencia económica y política del planeta, el cuestionamiento sobre las aptitudes de Biden para su desempeño se agudiza a medida que avanzan los días y la economía se deteriora aún más. Sin embargo, lo demócratas rehúsan abordar el tema mientras que la prensa liberal lo evade totalmente; no obstante, es algo que salta a la vista de millones de estadounidenses.
Biden quiere su reelección
Hace algunas semanas, el presidente Biden cayó al suelo al detener su bicicleta. En el 2021, en las escaleras del Air Force One tropezó y cayó en dos ocasiones seguidas. La capacidad física y mental requerida para la persona que lidera la primera potencia del mundo supera la realidad de lo que refleja a diario el actual inquilino de la Casa Blanca, mientras, según advierten numerosos analistas, su actuar se ve atornillado a una agenda que responde a los intereses de la extrema izquierda, lo cual impacta de forma negativa su imagen. Mientras el Presidente se prepara para una gira por el Medio Oriente, crece el debate sobre su aparente deseo de buscar la reelección en el 2024.
El asunto pone a los demócratas en una posición difícil, pues, hasta el momento no hay una alternativa clara a Biden, que cumple 80 años el 20 de noviembre. “Es apto para ser presidente ahora mismo. Pero es muy viejo para las próximas elecciones”, concluye la revista liberal The Atlantic en un reciente artículo, mientras critica duramente las alegaciones de la derecha de que Biden padece demencia. En sus propias filas, el desencanto con Biden es profundo: una encuesta del diario The New York Times publicada el lunes muestra que el 64% de los votantes demócratas preferiría otro candidato en 2024.
Su edad fue citada como la principal razón para quienes quieren un cambio. Pero la edad es el mejor pretexto para los medios de izquierda que se empeñan en salvar la imagen de un mandatario que se observa en ocasiones decaído y lento en sus movimientos; con cierta disartria, a veces con lenguaje mal articulado y que en presentaciones públicas ha mostrado falta de coherencia en sus ideas.
Semanas atrás, uno de los fotorreporteros presentes en un evento presidencial grabó la imagen de una ficha de guía que mostró Biden sin darse cuenta mientras hablaba a la prensa. La guía resulta algo muy normal y cotidiano para oradores y cualquier presidente de un país en su trabajo de puntualizar asuntos o resaltar puntos clave que no debe olvidar. En este caso la tarjeta de Biden sólo daba instrucciones básicas de una persona con serias limitaciones mentales: salude, debe sentarse, lea, el teleprónter se encuentra a su izquierda… y así una secuencia de órdenes básicas para comportarse frente a sus interlocutores.
Pero el tema no surge ahora, sino durante la campaña presidencial de Joe Biden y múltiples videos que salieron en redes sociales, mientras hablaba a periodistas o seguidores. En más de una ocasión Biden se quedó dormido frente a su entrevistador, de ahí el apodo sarcástico de “Sleepy Joe”, mencionado jocosamente por el expresidente Donald Trump en varios de sus mítines de campaña.
El líder de la Casa Blanca tendría 82 años al inicio de un segundo mandato y 86 a su término. Su “edad se ha convertido en un tema incómodo para él y su partido”, escribió el sábado el diario The New York Times, describiendo una Casa Blanca que se ha vuelto protectora, incluso ansiosa e impotente.
Biden se enfrenta como todo presidente a una alta cuota de responsabilidades como la galopante inflación en el país y otras crisis empeoradas por desacertadas políticas de su gobierno: la economía en una situación crítica, el caos en la frontera sur, los altos precios del combustible por la guerra emprendida contra la industria estadounidense del petróleo y la independencia energética del país lograda por Trump; la fallida estrategia sobre el cambio climático y la tenencia de armas, la desestabilización del Medio Oriente con el incremento de los ataques terroristas en la zona y la formación de nuevos grupos extremistas, las constantes amenazas de Norcorea y sus reiterados lanzamientos de misiles de prueba; el auge de las acciones hostiles de Irán y China contra EEUU, entre otras.
Como cortina de humo y para desviar la atención de los graves problemas económicos y políticos que atraviesa el ala demócrata, el aborto y la controversial comisión sobre los sucesos del Capitolio el 6 de enero junto a la guerra en Ucrania son temas centrales en la gestión de la Casa Blanca. No obstante, ni los propios demócratas están convencidos de que lo anterior funcionará antes de los comicios de noviembre.