En su primer viaje del documental que estrena este viernes, ‘Sintiéndolo mucho’. En esa escena, Sabina parece el mismo que hoy: permanente cigarro, mirada canalla, afiladísimos comentarios … Pero en realidad casi todo ha cambiado, empezando por su físico, hoy con una apariencia frágil, lejos de la vitalidad que tenía por entonces. «En la época de la caricatura (se refiere a cuando era joven y creó su personaje) no soñé con llegar a los 50, así que soy un superviviente», dijo hace pocos dias en Madrid, en una concurrida rueda de prensa que recordaba a los mejores tiempos de antes de la pandemia.
No es lo único que descubre el documental. Impacta su miedo. Un temor atávico a fallar. A no cumplir las expectativas del público: «Antes de salir al escenario pienso en que esa gente que ha ahorrado un dinero para comprar la entrada y ha decidido venir a verme llega con una esperanza desmesurada de que les dé algo, y yo pienso que les voy a defraudar. Eso lo pienso cada vez que salgo al escenario», explicó Sabina. Y toda la respuesta de Sabina se resume en esa presión. «El documental solo me ha dado alegrías, y las cosas más difíciles de mi vida aparecen ahí. Hubo momentos dolorosos en mi vida, pero el documental en sí no me enteré que lo estábamos haciendo», recordó el intérprete, que además aprovechó la presentación para dar una noticia a sus seguidores: su nuevo disco no llegará para Navidad, sino para 2023. «Podría ser para esas fechas, pero al final hemos decidido que no. Yo me voy de gira a finales de febrero y no me gusta hacerlo sin canciones nuevas, pero grabaremos 3 o 4 y luego ya sacaremos el disco completo», apuntó.
Tambien habló poco después: «Todas las revoluciones del siglo XX fracasaron y en el siglo XXI solo ha funcionado la del feminismo y lo LGTB … El fracaso del comunismo ha sido feroz, ya no soy tan de izquierda porque tengo ojos, oído y cabeza para ver lo que está pasando. Y es muy triste», lamentó. Porque según explicó a los convocados; durante mucho tiempo estuvo enfadado con los tiempos modernos. «Todo lo que pasaba, de Trump a Putin, eran cosas feas, incluso el lenguaje de la gente a través de las redes sociales, que lo degrada todo… pero el otro día pensando me di cuenta de que era demasiado pesimista: hay cosas buenas, como la vacuna que ha llegado pronto y bien… Y que ha aparecido un héroe extraordinario, que es Zelenski», desgranó.
A sus 73 años Sabina ya no está para morderse la lengua. Nunca lo ha hecho, en realidad. En el documental y ante la prensa habla de sus tiempos nublados por el alcohol, la droga y el sexo. Lo hace con alegría, «me duró cincuenta años, no está mal» y con la tranquilidad de ser él quien manejaba los tiempos. A eso que se dice de imagen pública yo lo llamo caricatura y se refiere a alguien borrachín, putero y noctámbulo y algo de eso se pareció a la realidad en alguna parte de mi vida. Pero ahora, nada, sentenció, en una respuesta que tiene su comienzo en ‘Sintiéndolo mucho’, cuando habla ante la cámara junto a un plato con lo que parecen unos polvos blancos. «Esto es sal, no vayáis a pensar, sal para salivar, no quiero que piense mal la gente», dice, con la musicalidad única de su voz.