Indiana Jones 5: del aburrimiento a un final que justifica la película

El dial del destino va de menos a más. Luego de pasar por todos los lugares comunes de la saga y dos horas que se hacen largas, el desenlace termina pagando la entrada. ¿Es buena la quinta entrega de Indiana Jones? Complicada respuesta para una nueva e inesperada entrega de una saga muy querida por el público, donde la carga de emotividad es altísima.

A pesar de lo subjetivo de la cuestión, hay dos aspectos medianamente objetivos que se pueden decir de la producción: Si se tratara de una película aislada, seguramente no conseguiría la trascendencia de las tres primeras. Pero también hay que decir que lo que uno va a buscar en El dial del destino, se encuentra. Todavía, a pesar de los 81 años de Harrison Ford, hay un “Indy” que se banca una película de acción y también aparecen algunos condimentos de la nostalgia obligada, como la presencia de su viejo compañero de aventuras.

Los también ya veteranos George Lucas y Steven Spielberg dicen presente en esta parte cinco, pero resignaron sus lugares a la hora de escribir y dirigir, respectivamente. Ambos decidieron quedarse como productores, para cuidar el legado de una saga, que tuvo sus tres primeras partes en los ochenta y una cuarta en 2008. Junto a Ford, que participó a la hora de concebir la historia, el trío puso en la pantalla una película con todos los condimentos de la historia de Indiana Jones.

Claro que, dada la cinematografía actual y la edad del protagonista, la película no puede dejar de caer en el “autohomenaje” a las entregas anteriores y en los lugares comunes de la saga. Sin embargo, hay que reconocer que estas cuestiones resultan tolerables y nostálgicas, sin llegar a empalagar o a sentir que se trata de un guión demasiado forzado.

Todo esto aparece en la primera parta del film, que también hay que decir, se hace muy larga. La película completa tiene 154 minutos de duración, pero las primeras dos horas no atrapan en ningún momento como lo hicieron El arca perdida, El templo de la perdición y La última cruzada. Hay sombrero, látigo, bichos, pasadizos secretos, nazis, pero también pueden haber algunos bostezos. Claro que no salen del todo por respecto al protagonista y al legado. Pero sí se hace algo tedioso, sobre todo si uno va a verla con la expectativa de no poder parpadear, como ocurre con las primeras entregas, aunque las hayamos visto cientos de veces.

Donde “Indiana Jones 5” se pone entretenida es definitivamente en el final. Aquí también se explora algo que estuvo ya presente en las entregas anteriores: el cruce del mundo de lo que podría ser lo real, más allá de la aventura y de la llamativa estadística de supervivencia de Jones, con la fantasía. Claro que en esta oportunidad puede que hayan ido demasiado lejos. Bien al estilo de Spielberg, lejos en el tiempo, incluso.

Por eso utilizamos el término “entretenida” en lugar de “bueno”, ya que, con justa razón, algún segmento de la audiencia puede llegar a considerarlo demasiado fantasioso. Incluso en los términos de la saga de Indiana Jones. En mi opinión, se trata del segmento más interesante de la película. Lo que sí hay que reconocer que se trata de unas escenas muy logradas, lo mismo que el inicio, cuando los efectos especiales muestran a un Indy en 1944, antes de ir a la versión de los sesenta, con el Harrison Ford veterano.