Todo lo que se sabe de la campaña de Petro es escandaloso y delincuencial. Quien llega así no tiene por objetivo el progreso del país sino el usufructo de sus riquezas y la instauración de una dictadura monstruosa. Basta tener dos dedos de frente para comprender, después de ver los ‘petrovideos’, que el Pacto Histórico es una banda criminal que ha venido desarrollando una conspiración mafiosa para tomarse la Presidencia de Colombia por vías aparentemente legales y hacerse así con el control del país por tiempo ilimitado.
Nada de qué sorprenderse cuando el candidato es un terrorista de la peor laya apoyado por delincuentes como Roy Barreras, Armando Benedetti, Piedad Córdoba, Ernesto Samper, Juan Manuel Santos, las FARC, el ELN, el Clan del Golfo, los extraditables. Todo lo que se sabe de la campaña de Petro es escandaloso y delincuencial. En cuanto a propuestas, no son estas menos inquietantes; unas por absurdas (como el tren de Buenaventura a Barranquilla), otras por irrealizables y la mayoría por ser francamente lesivas para Colombia (detener la producción petrolera, imprimir billetes, arrebatarles el ahorro pensional a los trabajadores, desembalsar Hidroituango, expropiar o «democratizar» y muchas más).
Pero lo peor es que no puede esperarse un comportamiento con un mínimo de ética de parte de un mandatario que acudió a todas las bajezas inimaginables para derrotar a sus contrincantes de campaña. Quien llega así no tiene por objetivo el progreso del país sino el usufructo de sus riquezas y la instauración de una dictadura monstruosa. En el desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo, y si así fue la campaña de Petro, ya está claro cómo sería su gobierno.
Hace unas semanas otro video destapó el proceder nauseabundo del petrismo sin que el país reaccionara con el rechazo rotundo que se merecía. Una senadora de esa corriente se ufanaba en una reunión de campaña de haber «quemado» a Sergio Fajardo y anunciaba que el siguiente sería Federico Gutiérrez, todo mediante una campaña de falsas noticias y denuncias en la Contraloría y la Procuraduría que se repetían hasta el cansancio de manera que parecían ciertas. A pesar de semejante confesión, prácticamente nadie se quejó, ni Fajardo siquiera.
Pero era la punta del iceberg. Lo que se acaba de destapar, en cambio, es un témpano de proporciones gigantescas; la prueba de que el Pacto Histórico y su candidato son una federación de bandidos dispuestos a lo que sea con tal de tomarse el país. Opinadoras prepago como Vanessa de la Torre y la uruguaya Laura Gil se apresuraron a justificar semejante cloaca con el cuento de que todo eso es normal en cualquier campaña, que basta ver las series de televisión House of Cards o West Wing. Les faltó mencionar El Príncipe, de Maquiavelo.
(Fuente PanamPost)