Fidel Castro nunca fue un estadista ni un político, mucho menos un gigante de la historia, como lo llamó Carlos Mesa; su verdadera ocupación fue la de gánster, el rey del gansterismo. En su libro, Cómo llegó la noche, Huber Matos nos cuenta cómo Fidel Castro y El Che asaltaban fábricas de alimentos y robaban propiedad privada a humildes campesinos. Pero el detalle más escabroso son los fusilamientos que ambos ordenaban contra quienes cuestionaban sus decisiones. En resumen, Castro pretendía convertir a Cuba en su finca privada, cosa que, efectivamente, hizo.
Las ambiciones de Castro no se reducían a esclavizar a Cuba. Él quería dominar toda la región. Como ese sueño requiere grandes sumas de dinero, el comandante no dudo en unirse al negocio de la cocaína con Pablo Escobar y Roberto Suarez. Pero también lo llevó a cerrar acuerdos con las FARC, el ELN, el M-19, Sendero Luminoso, el IRA de Irlanda y cuanto grupo terrorista aparecía en la región y el mundo.
La estrategia de Castro, luego adoptada por todo el Foro de Sao Paulo, consistía en debilitar a los gobiernos mediante el terrorismo callejero, siempre camuflado de «movimientos sociales», la publicidad engañosa, la destrucción de los partidos políticos y el desprestigio de las instituciones de seguridad nacional (Ejército y Policía). Empero, el golpe de gracia era la construcción de un líder «salido» del pueblo. Sí señores, Evo Morales, Lula da Silva, Gabriel Boric o Gustavo Petro son productos fabricados en Cuba. Ahora mismo, las relaciones entre Lula y el PCC, la pandilla más peligrosa de Brasil, vuelven a salir a luz.
Juan Reinaldo Sánchez decía haber conocido al verdadero Fidel Castro, al hombre que estaba detrás del símbolo vestido de verde olivo. Durante 17 años, el exteniente coronel fue parte del círculo más íntimo de escoltas de Fidel Castro. Sus anécdotas, y sobre todo, las fotos que lo muestran desenfadado cerca del expresidente cubano, parecen confirmarlo.
«No muchas personas en el mundo pueden decir que tienen una marina privada con cuatro yates, un bote de pesca y más de 100 hombres que cuidan esas propiedades».
«Nadie en Cuba sueña con tener un coto de caza personal, más de 20 residencias que yo conocí y una isla privada, Cayo Piedra, (al sur de Bahía de Cochinos) que cuenta con un restaurante flotante y un delfinario donde Fidel llevaba a su familia y amigos cercanos», cuenta Sánchez.
«Al contrario de lo que siempre ha dicho, Fidel nunca ha renunciado a las comodidades capitalistas o escogido vivir en la austeridad. Su modo de vida es el de un capitalista sin ningún tipo de límite», escribe en el libro. Esta no es la primera vez que se afirma que Castro gozaba de una gran riqueza. Para Cuba y los cubanos, su vida privada siempre fue tratada como secreto de Estado.
«Fidel yo diría que tenía una doble vida, así lo veía yo. Fidel Castro tenía una imagen pública de una persona sencilla y modesta, hasta afable, pero en su vida privada era algo muy diferente«, agrega. «Yo nunca lo vi con una expresión de cariño hacia su familia, nunca lo vi darle un beso a sus hijos en la mañana. Las relaciones entre la familia eran más bien frías y distantes».
«A juzgar por lo que yo pude ver en su residencia de Punto Cero, la relación con su esposa Dalia Soto del Valle, era también así. Ella era como su ayudante personal, le traía documentos para leer, o lo que él necesitara. Pero nunca vi el afecto que uno se imagina en una matrimonio«. «Con sus amantes su actitud era otra. Era más cortés y hasta les llevaba flores en los cumpleaños».
Fue un tirano y un opresor y no hay la menor duda. En los regímenes revolucionarios el que se opone a la causa languidece en la cárcel. Centenares de cubanos por el simple hecho de no estar de acuerdo con el comunismo que implantó en la isla fueron condenados a 10, 20 o hasta 30 años de prisión. Cuba era el tercer país más rico de América después de Estados Unidos y Argentina. Su ingreso per cápita era superior al de Italia, España, Japón y Austria. Aun así, la suerte de los 7 millones de isleños en ese momento no le importaba a nadie.
Fidel Castro: Siendo uno de los hombres más ricos del mundo se vendió a la opinión pública como un humilde defensor de los pobres. A pesar de haber sido un despiadado dictador se presentó al mundo como un justiciero líder revolucionario y un rebelde. En Cuba no hay ni aspirinas, pero Castro se encargó difundir el mito mediático de que Cuba, gracias a él, se había convertido en una potencia médica.