El silencio cómplice de Argentina, Brasil y México mientras Nicaragua agoniza

Ante las grandes atrocidades cometidas la última semana por Daniel Ortega en Nicaragua, resulta escandaloso el silencio de las democracias más grandes de la región: Lula da Silva, López Obrador y Alberto Fernández, quienes aún no se atreven a llamarlo «dictador».

La crueldad de Daniel Ortega superó a todas las dictaduras latinoamericanas, de izquierda y derecha. A todas. El tirano en tan solo 6 días desterró a 222 personas, condenó a 26 años de cárcel al obispo Rolando Álvarez y arrebató la nacionalidad a 94 nicaragüenses. Organismos como Human Rights Watch consideran esta última embestida como un hecho sin precedentes en la historia reciente de América Latina.

Un silencio ensordecedor. Ante las grandes atrocidades ocurridas en Nicaragua, resulta escandaloso. Para ellos la ideología es primero y los derechos humanos vienen después, mucho después. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha convertido en el mariachi de las dictaduras. A Cuba la idolatra, a Venezuela la defiende y a la Nicaragua de Ortega la protege con su silencio cómplice.

La Argentina peronista luce pequeña ante los gigantescos abusos en contra de los derechos humanos. Asesinatos, desaparecidos, torturas, nada parece hacerles reaccionar. El presidente Alberto Fernández tendría que ver y volver a ver la extraordinaria Argentina 1985, para empatizar con el dolor de un pueblo que pide justicia. Ayer fue Argentina hoy es Nicaragua 2023.

En Brasil el presidente Luiz Inácio Lula da Silva jamás va a llamar a Ortega dictador. Son hermanos y compañeros de lucha ideológica. Gracias a Ortega, Lula logró conocer a su líder y mentor, el dictador Fidel Castro, su gran inspiración para formar el infame Foro Sao Paulo.

Vale recordar que, en 2021, Lula dijo: «¿Por qué Angela Merkel puede estar 16 años en el poder y Ortega no?».  En enero de este año Lula pidió tratar con «mucho cariño» a las dictaduras criminales de Cuba y Venezuela. En julio de 2021, elogió a la dictadura cubana y aseguró que si no estuviera sometida al «bloqueo sería como Holanda».

La indiferencia de gran parte de los países latinoamericanos ante lo que sucede en Nicaragua preocupa. Los estándares hemisféricos de democracia y derechos humanos están anémicos. El destierro, el despojo de la ciudadanía y las confiscaciones no son normales y no pueden ser vistas como una práctica común para castigar a quienes piensan distinto.

Arturo Mac Fields Yescas