El Poder en manos de la tercera edad: Gerontocracia en EEUU

Fue a partir del año 1958 cuando los EEUU comenzaron a asemejarse a «una gerontocracia«, ya que entre 1900 y 1958 ningún candidato presidencial de ninguno de los dos grandes partidos superaba la edad de jubilación. Un techo que rompió Eisenhower y que se mantiene en nuestros días.

Este mayor grado de confianza, credibilidad y experiencia que experimentan los votantes norteamericanos también se extrapola a los medios de comunicación, donde las grandes voces de las cadenas punteras y opinadores de los informativos acostumbran a peinar canas.

Las imágenes del político republicano Mitch Mc Connell de 81 años, paralizado en una rueda de prensa han puesto el foco sobre un término que domina la política en Estados Unidos, la gerontocracia, y han reavivado un debate: ¿debería haber una edad límite para poder gobernar?

El último suceso protagonizado esta semana por el líder de la minoría republicana en el Senado ha levantado críticas en su propio partido y, según la prensa estadounidense, algunos senadores están pidiendo que se convoque una reunión urgente para hablar sobre su liderazgo.

Pero McConnell ha dejado claro en numerosas ocasiones que no abandonará su puesto antes de tiempo y no existe ningún mecanismo por el que puedan apartarlo. Un día después de los incómodos momentos, el médico del Capitolio le daba la autorización para continuar con su agenda y achacaba lo sucedido a la deshidratación o a las consecuencias de un golpe. En un acto público, el presidente Joe Biden se apresuraba a aclarar que había hablado con él y que estaba en perfecto estado.

El primer presidente octogenario de la historia de Estados Unidos es señalado frecuentemente por su avanzada edad. Candidato casi único del Partido Demócrata a las presidenciales de 2024, cuando los estadounidenses acudan a las urnas tendrá casi 82 años. Según datos del Servicio de Investigación del Congreso estadounidense, en enero de 2023 la edad media de los miembros de la Cámara de Representantes era de 57,9 años y la de los senadores de 64 años.

McConnell no es el mayor de los senadores, pues el puesto de honor lo tiene la demócrata Dianne Feinstein con 90 años recién cumplidos. El republicano Charles E. Grassley tiene 89 y el que fuera precandidato a la presidencia Bernie Sanders casi 82.

En la cámara baja destacan Grace Napolitano con 86, seguida de Eleanor Holmes, Harold Rogers y Bill Pascrell, nacidos un año después. Este 118 Congreso es el segundo más envejecido de la historia, ya que el anterior la media de edad era ligeramente superior.

¿Cambiarán las cosas en un futuro próximo? «Creo que no porque las personas que hoy tienen el poder no van a aprobar una ley que se lo quite», explica Munger. En su opinión, este es «un fenómeno temporal» e «histórico». «Creo que dentro de 10 años comenzaremos a ver un cambio generacional bastante grande», afirma.

Pero muchos estadounidenses lo quieren ya. Así lo mostraba una encuesta realizada por YouGov el año pasado: el 58 % de los estadounidenses creen que debería haber una edad máxima. Según una encuesta publicada esta semana por el Centro de Investigación sobre Asuntos Públicos AP-NORC, el 77 % de los encuestados, republicanos y demócratas, piensan que Joe Biden es demasiado mayor para desempeñar efectivamente el cargo de presidente.

En síntesis, una nación esencialmente joven está gobernada por ancianos. Estos ancianos que se aferran a las posiciones públicas pertenecen a una cohorte poblacional denominada los Baby Boomers porque representaron un boom poblacional que siguió a la Segunda Guerra Mundial y son la generación más grande de la historia del país, representando el 40% de la población.

Son, además, los niños mimados de la historia de los Estados Unidos porque son los hijos de la posguerra, época en que la economía norteamericana despegó, alimentando el crecimiento de una clase media robusta y próspera como no se había visto antes.

Los jefes de familia no escatimaron recursos en la educación de sus hijos y en la adquisición de bienes que crearan confort y generaran riqueza. Así, los Baby Boomers estuvieron rodeados de relativa abundancia en oposición a sus padres, que habían experimentado los rigores de una economía de guerra y habían ido al frente para defender a Estados Unidos del nazismo (muchos sin regresar).