Ya pasó en la fase regular, cuando terminó séptimo en el Este y nadie lo tuvo en cuenta. Ya pasó en el inicio de playoffs, cuando llegó de última, tras perder el primer Play-in con los Hawks y casi caer en la segunda chance ante los Bulls. Ya pasó en primera ronda cuando le tocaron los Bucks de Milwaukee, el favorito al título y lo limpió 4-1. Ya pasó en segunda ronda, cuando los mejores Knicks de la década se pusieron en su camino pero tampoco pudieron tras caer por 4-2. Ya pasó en la final de conferencia cuando llegaron los Celtics, los otros candidatos del Este, pero los chicos de Spoelstra se hicieron gigantes, primero poniendo un 3-0 y luego ganando el séptimo en Boston, tras perder tres seguidos. Ahora, en la gran final, la historia se repite.
Y, sobre todo, dejando una sentencia: en ese tipo de trámite, de igual a igual, con predominio ofensivo, Denver no le daría ventajas, sobre todo en los 1.600 metros de Denver, una altura a la que está acostumbrada y donde los rivales, en algún momento, se ahogan si el ritmo es vertiginoso. Incluso un estudio demostró que es la localía más fuerte del deporte en USA… Pero este Miami se ríe de todo. De los estudios, de los pronósticos (89 a 11% determinó ESPN, que en la serie ante los Celtics había dado 97 a 3%), de todo.
Y confío en sus armas. Sabía que debía llevar el juego al terreno de la defensa, de la agresividad, del roce, del juego más físico y hasta áspero. Así salió en el segundo tiempo y así se metió en partido. Y como fue Strus en el primer tiempo, en el segundo apareció Gabe Vincent para mantener el barco a flote. Y así surgió la telaraña defensiva para no permitir que Murray, el Robin de Jokic, apareciera como en el J1. A esta altura, el Joker era imparable, incluso ante los golpes de Zeller, al pivote que el DT de Miami mandó para rozarlo. Pero, claro, Nikola estaba en modo anotador, a diferencia del Juego 1, donde hizo jugar al resto más de lo que anotó. Y en ese trámite, de Jokic anotando pero el resto apagado, Miami se sintió más cómodo.
Y fue cuando dio el zarpazo, en el comienzo del último cuarto. Duncan Robinson, su bombardero, metió 10 puntos casi en un abrir y cerrar de ojos y preparó el desembarco de Jimmy Butler. La superestrella de Miami es famoso por aparecer cuando menos se lo espera. O cuando arrecia la presión. Era su momento. Y surgió con todo, con siete minutos por jugar. Ocho puntos (terminó con 21), los primeros seis con una bombazo y un doble y falta, para terminar de darle confianza a Miami de que otro batacazo era posible.
Jokic hizo todo lo humanamente posible para evitar la derrota (41 puntos y 11 rebotes, aunque esta vez sólo 4 asistencias). Murray pareció despertar al final (un bombazo para llegar a 18 puntos), pero el oficio, la experiencia y determinación de Miami pudieron más. El Heat es el primer octavo clasificado a playoffs que gana un partido como visitante en una final y le sacó el invicto en casa a los Nuggets. Ya avisó que no sólo está en esta final para competir. La serie se muda ahora al sur de la Florida, donde jugarán miércoles y viernes. El Heat lo hizo de nuevo. Denver seguramente tiene más pero no podrán dormirse un segundo si quieren ser campeones por primera vez en su historia.