Alexander Soros parece ser el emisario en Washington de George Soros, cuyas acciones, ha dicho, buscan desestabilizar y destruir el capitalismo norteamericano. Mientras el expresidente Donald Trump y los conservadores son blanco de un acoso político sin precedentes en la historia de Estados Unidos (EEUU), las puertas de la Casa Balnca se abren con facilidad para el hijo de George Soros. Alexander Soros se ha convertido en el emisario del multimillonario en Washington, cuyas acciones apuntan a desestabilizar y destruir el sistema capitalista norteamericano y occidental.
Decenas de millones de estadounidenses conservadores observan lo que ocurre en la capital del país, atónitos e impotentes; algo indescriptible e impensable décadas atrás, cuando la Guerra Fría creó un blindaje casi infranqueable frente a los intentos de expansión del comunismo y sus agentes internos en EEUU. Las puertas abiertas para Soros en la Casa Blanca, algo que «inquieta y preocupa.
Hoy, la Casa Blanca practica (el protocolo) para personajes que persiguen reformar el sistema democrático norteamericano como George Soros. Un hombre cuya influencia con su radicalismo de izquierda ha pasado en los últimos 15 años del ostracismo a la más demoledora posición anticapitalista y anticonservadora en el planeta. El diario The New York Post reveló que su hijo, Alexander, ha visitado la Casa Blanca 14 veces desde que el presidente Joe Biden asumió el cargo.
Pero lo de menos son las visitas. El Post informa que Alexander Soros participó en “al menos” una decena de reuniones con funcionarios de la Casa Blanca en 2022, junto a otras dos reuniones informales en 2021. Dichos encuentros incluyen citas con el asesor del exjefe de gabinete de Biden, Ron Klain, una (cena de estado) organizada por el mandatario y la primera dama, Jill Biden, y una reunión con el asesor adjunto de Seguridad Nacional, Jonathan Finer, todo a principios de diciembre.
George Soros fue el mayor donante político en 2022 para los demócratas en EEUU. Con esos fines, el anciano multimillonario desembolsó 140 millones de dólares. Sin embargo, Alexander en un momento superó los donativos financieros de su padre en 2017.
Llaman la atención los vientos que soplan hoy en Washington con un enfrentamiento abierto y despectivo a los seguidores del expresidente Trump. Al mismo tiempo, arrecian las campañas en todos los frentes, con la anuencia de los grandes medios de prensa de tendencia izquierdistas, contra el movimiento conservador. Nada nuevo, pero esta vez lo relevante resulta lo permisible que se ha convertido Washington respecto a las acciones concretas de los extremistas de izquierda o «progresistas» (socialistas) como se dicen llamar.
¿Hacia dónde se inclina la Justicia para condenar?
Lo que supone la mayoría de los estadounidenses es que la Justicia, las instituciones gubernamentales y los servicios policiales y de inteligencia deben funcionar a favor del mejor destino de la nación y del bien común, sin mediación partidista e intereses políticos personales.
Lo que supone la mayoría de los estadounidenses es que nada que arriesgue la seguridad nacional del país y la ética estadounidenses tenga la posibilidad de coexistir dentro del sistema económico y democrático de EEUU; pero -desafortunadamente- las crisis creadas por la administración Obama-Biden y Biden-Obama y la transformación paulatina del Partido Demócrata hacia el radicalismo han revertido o intentado reformar las bases que convirtieron a Norteamérica en la gran primera potencia mundial.
George Soros se jacta a menudo de ser el “emperador” de figuras prominentes de la izquierda y la extrema izquierda en Washington D.C., lo publica en sus cuentas de redes sociales y parece ser cierto que tiene luz verde ilimitada entre los políticos demócratas estadounidenses.
En 2019, como indica The New York Post, Soros organizó una cena en Nueva York para el expresidente Barack Obama y otros políticos demócratas prominentes, incluido el exfiscal general Eric Holder y el exgobernador de Virginia, Terry McAuliffe.
La información de que el hijo de George Soros es un “emisario (privilegiado) en Washington” llega cuando el “filántropo” activista ha sido señalado como artífice de disturbios que padecen hoy las principales ciudades en EEUU.
Entre las acciones de Soros se encuentra la de reestructurar el sistema de justicia de EEUU, al invertir millones en las carreras de fiscales de distrito en todo el país, algo que ha sido bien documentado. De manera increíble, hasta la cadena “supuestamente conservadora” Fox News protege la conducta de Soros.
En fecha reciente, la televisora interrumpió al expresidente de la Cámara de Representantes en Washington, Newt Gingrich, cuando trató de argumentar la influencia directa y el poder de Soros en la política estadounidense y su participación abierta en elecciones locales, estatales y (como es de suponer) en federales.
En 2018, George Soros inyectó casi 1 millón de dólares en la carrera de un fiscal de distrito de Texas contra incluso un fiscal honesto demócrata que se oponía a las llamadas “ciudades santuario” y a la reducción de cargos penales por delitos graves.
El diario Los Angeles Times publicó una columna ese año en la que señalaba que el multimillonario comunista “gastaba millones de dólares” en campañas electorales y otros asuntos de la política norteamericana.
El proyecto conjunto de Barack Hussein Obama y Hillary Clinton en el 2016 iba más allá de una simple sucesión de otro gobierno de similar línea idològica. Se preparaban cambios radicales que impactarían directamente el sistema capitalista y las bases conservadoras institucionales de EEUU. Y Donald Trump no sólo truncó el camino, sino que lo denunció con vehemencia ante el universo, al momento que emprendía medidas exactas para blindar a EEUU.
Otro de los propósitos planificados era abrir las fronteras de EEUU y permitir el acceso de millones de inmigrantes ilegales con la perspectiva de aprobar en el Congreso en Washington o en diversos estados una [reforma electoral] en la que se incluyera el derecho al voto, sin el requerimiento de una identificación legal en EEUU.
Gran parte de esos planes los ha tratado de cumplir la administración Biden sin mucho éxito hasta el momento, y ha intentado ganar [el terreno perdido] durante los cuatro años de gobierno de Trump, cuyas premisas económicas y políticas avanzaron diametralmente opuestas a los nefastos propósitos de la extrema izquierda.
(Fuente: Diario de las americas)