La escalada del régimen de Daniel Ortega contra la Iglesia católica ha hecho ruido en el Vaticano con una carta dirigida recientemente al Papa Francisco y en el Congreso colombiano, que citó al canciller por la ausencia de su representante en la sesión de la OEA en la que se condenó a la dictadura. La dictadura de Daniel Ortega no cesa sus ataques contra la Iglesia católica. Ya son tres los sacerdotes que han sido secuestrados por las autoridades al servicio del régimen sandinista ante la mirada indiferente de los gobiernos totalitarios de la región como Venezuela y Cuba. Pero no hay ninguna novedad en este comportamiento. Lo que ha llamado la atención en los últimos días es el silencio del Vaticano y el giro del nuevo gobierno colombiano en su política exterior, una comparación que además eleva la indignación de los nicaragüenses con la Santa Sede, pues en el caso de Gustavo Petro prevalece su posición política alineada con la izquierda radical, pero en el caso del papa Francisco la feligresía exige una defensa incondicional de los representantes de su Iglesia en el país centroamericano.
“En Nicaragua priva la impunidad y el régimen tiene sumido al país en un estado de excepción de facto. Tememos por la vida de monseñor (Rolando José) Álvarez, también por la vida de las presas y los presos políticos inocentes. Ya son dos hermanos que mueren estando en la cárcel en manos del régimen. No permitamos que muera uno más”, indica una carta firmada por más de 60 organizaciones católicas enviada la semana pasada al papa Francisco en la que también reprochan que «la persecución y el odio del régimen contra la Iglesia católica no tienen ninguna justificación». Pero sin duda lo que más ha destacado de la misiva ha sido el clamor al Vaticano: “No nos dejen solos, escuchen nuestra palabra”.
Un silencio escandaloso
Como «escandalosa» calificó el periodista Andrés Oppenheimer la decisión del sumo pontífice de no pronunciarse sobre los acontecimientos en Nicaragua en una columna de opinión publicada en El Nuevo Herald. “El silencio del papa sobre Nicaragua es apenas una de varias sorprendentes omisiones recientes de su parte (…) Recientemente encontró el tiempo para hacer un viaje de seis días a Canadá, para pedir perdón por los abusos de la Iglesia en el siglo XIX y en la década de 1970. ¿Qué era más importante ahora?”, cuestionó.
Esto es justamente lo que reclaman los nicaragüenses. El silencio del papa Francisco preocupa a los católicos en el país centroamericano sometido a la brutal dictadura de Ortega. Aunque la postura del Vaticano no es nueva. En abril de 2019, Francisco llevó al arzobispo auxiliar de Managua a la Santa Sede por las amenazas contra su vida en Nicaragua. Pero monseñor Silvio Báez aclaró en ese momento que la decisión de salir del país no había sido suya. “Yo no he pedido salir, he sido llamado por el Santo Padre. Esta decisión de que yo abandone Nicaragua es una responsabilidad del Santo Padre”. También Edwin Román, párroco de la iglesia San Miguel Arcángel de Masaya, sigue fuera del país, quien ha aprovechado las redes sociales para alzar su voz.