El cambio horario de verano y sus efectos negativos para la salud

Los estadounidenses están divididos sobre si prefieren el horario de verano permanente o el horario estándar permanente. Sin embargo, los dos cambios de hora, por muy bruscos que sean, no son iguales. El horario estándar es el que más se aproxima a la luz natural, con el sol directamente en lo alto al mediodía o cerca de él.

En cambio, durante el horario de verano, de marzo a noviembre, el cambio de reloj resultante del horario de verano hace que la luz natural esté presente una hora más tarde por la mañana y una hora más tarde por la tarde, según la hora del reloj. La luz matinal es esencial para ayudar a establecer los ritmos naturales del cuerpo: nos despierta y mejora nuestro estado de alerta. La luz matutina también mejora el estado de ánimo: las cajas de luz que simulan la luz natural se prescriben por la mañana para tratar el trastorno afectivo estacional.

Aunque aún no se conocen las razones exactas por las que la luz nos activa y beneficia nuestro estado de ánimo, esto puede deberse a los efectos de la luz sobre el aumento de los niveles de cortisol, una hormona que modula la respuesta al estrés, o al efecto de la luz sobre la amígdala, una parte del cerebro implicada en las emociones.

Los adolescentes también pueden sufrir una privación crónica del sueño debido a las actividades escolares, deportivas y sociales. Por ejemplo, muchos niños empiezan el colegio sobre las 8 de la mañana o antes. Esto significa que, durante el horario de verano, muchos jóvenes se levantan y van al colegio en plena oscuridad.

El conjunto de las pruebas es un buen argumento para adoptar el horario estándar permanente en todo el país, como declaré en una audiencia en el Congreso en marzo de 2022 y argumenté en una reciente declaración de posición para la Sociedad de Investigación del Sueño. Recientemente, la Asociación Médica Estadounidense abogó por la hora estándar permanente.

La mayor ventaja del horario de verano es que proporciona una hora más de luz al final de la tarde o por la noche, según la época del año, para hacer deporte, ir de compras o comer al aire libre. Sin embargo, la exposición a la luz más avanzada la tarde durante casi ocho meses con el horario de verano tiene un precio. Esta luz vespertina prolongada retrasa la liberación cerebral de melatonina, la hormona que favorece la somnolencia, lo que a su vez interfiere en el sueño y hace que durmamos menos en general.