Allá lejos quedaron los tiempos en los que el hombre no entraba a la sala de parto, ni cambiaba pañales. Hoy la crianza es más compartida, aunque aún falta para que sea igualitaria. Qué cambió en la sociedad y qué se “perdían” los padres de antes, según la mirada de los especialistas.
Ellas, cada vez más insertas en el mercado laboral. Ellos, cada vez más involucrados en las cuestiones hogareñas. Ellas aprendiendo a delegar, y ellos, amigándose con la idea de ocupar espacios impensados para los padres de antaño. La sociedad cambió, y con ella lo hicieron sus integrantes. Cada familia es un mundo, dicen. Y en cada uno de esos “mundos”, en los últimos años se reorganizaron roles y restablecieron contratos. Así, parece, lo exigían los tiempos que corren, pero para comprender el fenómeno y dar cuenta del nuevo rol del padre en la crianza de los hijos, en su día.
Esto hace que un padre se pueda permitir cambiar un pañal o sentarse a jugar con su hija en juegos ‘femeninos’, y al revés, las madres jugar al fútbol con sus hijos”. La licenciada en Psicología Patricia Martinez analiza que “la cuestión tiene que ver en cómo se piensa hoy a los chicos y cómo se abrió la cabeza para que una nena esté jugando al fútbol y no genere incomodidad, o que un varón esté jugando con una muñeca”. “Además, en los últimos años se empezó a pensar la crianza desde un lugar más ligado a lo cultural que a lo biológico. Es decir, lo que se pensaba tradicionalmente como la crianza en términos de apego, ese vínculo temprano entre la madre y el bebito mediatizado por la lactancia y los cuidados físicos, hacían que el bebé fuera ‘cosa de mujeres’. Luego se continuaba con los chicos que pasaban mucho tiempo dentro del hogar y como eran las mujeres quienes estaban allí, eran las encargadas de todo lo que tenía que ver con la crianza”.
Y agregó: “La mujer se corrió un poco de ese lugar y el hombre lo fue ocupando. Pero el concepto teórico que avala todo esto es que la crianza ya no es un hecho biológico como creíamos y se pudo entender como un hecho cultural. No es un cambio, sino una visibilización de algo que venía ocurriendo”. Para él, “antes, el padre cumplía su función como el representante de la ley en el pequeño núcleo social que es la familia, aunque más ausente desde lo físico en el día a día. Se involucraban de la manera que se esperaba de ellos, por ejemplo, cuando los hijos se portaban mal en el colegio el profesor llamaba al padre que ponía una sanción, o el que autorizaba y daba las llaves del auto a su hijo era el padre”. “Los padres hoy sabemos lo importante que es involucrarnos en la crianza, trabajar la tendencia a ser autoritarios sin perder por ello autoridad, para tener hijos que no son educados desde el miedo si no hacen caso, sino desde el acompañamiento de su crecimiento, donde pueden confiar en nosotros para acudir cada vez que necesiten”, se sinceró.