Aumenta la prohibición de libros LGTB en EE.UU

Mientras varios estados gobernados por republicanos preparan leyes para tener más control sobre los contenidos en bibliotecas, sus trabajadores reciben insultos y hostigamiento por la presencia de material de temática queer o racial. Martha Hickson, bibliotecaria de un instituto de Annandale, Nueva Jersey, se enteró el pasado otoño de que algunos padres iban a pedir que su biblioteca prohibiera ciertos libros. Así que a las 7 de la tarde, a la hora en que ella y su marido solían ver “Jeopardy”, se acomodó en su sillón y puso la transmisión en directo de la reunión del consejo escolar local.

Una madre se levantó y denunció dos libros, “Lawn Boy” y “Gender Queer”, calificándolos de pornográficos. Ambos libros, ganadores de premios y con personajes LGBT+ y representaciones francas del sexo, estaban disponibles en la biblioteca de North Hunterdon High School. Entonces la mujer mencionó a Hickson, que es bibliotecaria allí, por su nombre, por permitir que su hijo de 16 años de edad sacara los libros de la biblioteca.

“Esto equivale a un esfuerzo por preparar a nuestros hijos para que estén más dispuestos a participar en los actos atroces descritos en estos libros”, comentó la madre, Gina DeLusant, según una grabación de la reunión. “Los prepara para aceptar las insinuaciones inapropiadas de un adulto”.

Hickson dijo que la acusación la dejó con el estómago revuelto y una presión en el pecho. “Me quedé atónita”, relató. “No podía creerlo”.

A medida que las prohibiciones de libros, muy visibles y politizadas, han estallado en todo el país, los bibliotecarios —acostumbrados a que los consideren servidores públicos dedicados en sus comunidades— han quedado en la primera línea de una reñida guerra cultural, con sus carreras y su reputación personal en peligro.

Los han tachado de pedófilos en las redes sociales, los han señalado políticos locales y los han denunciado ante la policía. Algunos bibliotecarios han renunciado después de que los acosaron en internet. A otros los han despedido por negarse a retirar libros de circulación.

En muchas comunidades, poner libros en las estanterías se ha vuelto un acto de polarización y ha “convertido a los bibliotecarios en ese peón político”, señaló Ami Uselman, directora de la biblioteca y los servicios de medios de comunicación del Distrito Escolar Independiente de Round Rock, en Texas.“Podemos imaginar que nuestros bibliotecarios se sienten asustados, como si su reputación estuviera en duda”, aseguró.

Según la Asociación Estadounidense de Bibliotecas, a los bibliotecarios se les enseña a crear colecciones completas que representen puntos de vista diversos, especialmente sobre temas controvertidos; para ello, utilizan listas de premios, reseñas y otras publicaciones.

Abordar los desafíos de los libros siempre ha sido parte del trabajo, pero los esfuerzos por prohibir libros se han disparado en los últimos meses, lo que refleja un enfrentamiento sobre cómo enseñar a los niños temas como los derechos LGBT+ y la desigualdad racial. La asociación de bibliotecas registró 1597 libros cuestionados en 2021, la cifra más alta desde que la organización comenzó a registrar las prohibiciones hace veinte años.

Tradicionalmente, los miembros preocupados de la comunidad podían acercarse al personal de la biblioteca para discutir un título. A menudo, los padres podían impedir que sus hijos sacaran determinados libros o, si creían que un título debía ser retirado de la circulación, podían llenar un formulario para iniciar un proceso de reconsideración, en el que un comité revisaba la idoneidad del libro.