América Latina presa de la pesca ilegal del régimen chino

La flota de aguas profundas de China, que hoy en día incluye más de 17.000 buques, incurre en una amplia gama de conductas problemáticas en las aguas de América Latina, entre ellas la sobrepesca, la captura deliberada y accidental de especies protegidas, el uso de redes de arrastre y otras prácticas que aceleran el colapso de las pesqueras, la contaminación por plásticos y otros desechos, y la entrada y la pesca no autorizadas en las zonas económicas exclusivas (ZEE) y las zonas marítimas protegidas de la región.

Las violaciones de las ZEE latinoamericanas por parte de flotas chinas “son de larga data, se extienden por toda la región y están bien documentadas”. Entre ellas, figura la detención por Ecuador, en agosto de 2017, del buque Fu Yuang Yu Leng 999 con 300 toneladas de pescado (incluidos 6.000 tiburones) obtenidos ilegalmente en las aguas protegidas de Galápagos.

La demanda china de la totoaba, también conocida como corvina blanca o cabicucho, que tiene un efecto farmacológico similar al de la cocaína, casi ha causado la extinción de este pescado en el Mar de Cortés, en México. Frente a una serie tan larga, generalizada y continua de violaciones de las aguas soberanas de América Latina, la insistencia de los diplomáticos chinos en que sus buques no se dediquen a cometer actos ilícitos obstruye la solución del problema, y podría decirse que ilustra un desprecio consciente del gobierno chino por el derecho nacional e internacional, el territorio soberano de la región y el daño que los buques están causando a la región y a su medio de vida al buscar un beneficio comercial.

La geografía hace que sea difícil y costosa para las armadas latinoamericanas proteger sus ZEE contra las incursiones chinas. La zona marítima protegida de las Galápagos está lejos de Ecuador; y las largas costas de Chile y Argentina hacen que las 200 millas de ZEE de esos países sean enormes. Los buques chinos y de otros países suelen apagar sus transpondedores antes de violar las ZEE y las zonas marítimas protegidas, lo que hace que sus incursiones ilegales sean difíciles de probar. Aproximadamente la mitad de los buques chinos que se encontraban en el borde de la zona marítima protegida de las Galápagos había apagado sospechosamente sus transpondedores en algún momento.

Además de ocultar sus incursiones, los buques pesqueros chinos descargan regularmente su pescado en buques contenedores y se abastecen de combustible en el mar, en lugar de cargar en puertos latinoamericanos donde pueda ser controlado. EEUU puede ayudar a sus socios latinoamericanos a detectar, interceptar y procesar a los buques pesqueros chinos que violan sus aguas y áreas marítimas protegidas.

Los gobiernos latinoamericanos pueden ser reacios a poner en peligro el comercio, los préstamos y las inversiones de China exigiéndole que asuma la responsabilidad de su flota pesquera. Sin embargo, si el gobierno chino no hace nada respecto a los barcos bajo su bandera que saquean América Latina, ¿cómo puede la región confiar en cualquier empresa china, incluyendo las que extraen la riqueza petrolífera y mineral de la región, firmando memorandos de entendimiento secretos con sus políticos, o construyendo la infraestructura de comunicación y vigilancia que lleva los datos personales de sus líderes y ciudadanos?