En cuenta regresiva. Así está el gobierno interino de Juan Guaidó, o lo que quedaba de este fallido experimento para liberar a Venezuela del régimen chavista. La mayor estructura institucional que logró la oposición en más de dos décadas se desmoronó como un castillo de naipes. El respaldo popular y las alianzas internacionales se fueron desvaneciendo desde hace más de un año hasta que ponerle la lapida menguado interinato terminó siendo inevitable. Tanto el gobierno de Estados Unidos –principal soporte extranjero– como los propios partidos opositores le pusieron fecha de caducidad. En menos de tres meses será historia. Ya todos los saben. Las declaraciones en tono de despedida de Carlos Vecchio, quien se ha desempeñado como embajador de Guaidó en Washington, así lo confirman.
“Dicen que ese título no se pierde. Yo lo que digo es que fijaré mi posición como lo he hecho el día de hoy sobre lo que le conviene al país. Y siempre lo repito, yo he sido más exiliado que embajador. Y desde que he estado en el exilio he venido haciendo lo mismo que hago el día de hoy. Las relaciones que he construido en el Congreso, en la Administración, las he venido construyendo desde el año 2014. El apoyo a los venezolanos también desde que estoy acá. Así que lo seguiré haciendo. Levantando la voz por los venezolanos en cualquier espacio que me toque estar”, de esta manera respondió Vecchio cuando la periodista Carla Angola le preguntó si en enero se le podrá seguir llamando “embajador”.
Entre escándalos y fracasos
Esto daba pie para afirmar que desde ese momento terminaba oficialmente el gobierno interino de Juan Guaidó, el cual estuvo envuelto en escándalos como la malversación de fondos de la ayuda humanitaria conocida como el Cucutazo. Los intentos por lograr la «liberación de Venezuela» terminaron generando mayor frustración. Así por ejemplo el 30 de abril de 2019 solo se consiguió que Leopoldo López saliera del arresto domiciliario para terminar refugiado en la embajada de España, país al luego emigró y la llamada Operación Gedeón, que se llevó a cabo en mayo de 2020, terminó con ocho fallecidos, 17 detenidos y mayor persecución a los presuntos involucrados.
La estructura opositora que había quedado solo para manejar recursos del Estado venezolanos en el exterior fue perdiendo capacidad de maniobra. Con la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia de Colombia volvió a manos de Maduro la administración de Monómeros, la filial de Pequiven que opera en territorio colombiano, y la cual había sido intervenida en ese país por las irregularidades administrativas detectadas durante la gestión opositora. El oro depositado en el Banco de Inglaterra tampoco está al alcance del moribundo interinato. La justicia británica, en su más reciente fallo, decidió no entregarle por el momento la administración a ninguna de las partes en conflicto. Y en lo que respecta a Citgo, la filial de PDVSA en EE. UU., que constituye el mayor activo de Venezuela en el exterior, continúa bajo un proceso de embargo para pagar deudas adquiridas por el chavismo tras perder un litigio con la canadiense Crystallex debido a la expropiación ordenada en 2011 por el fallecido Hugo Chávez.
De esta manera está a punto de cerrarse un triste capítulo de la historia venezolana que tampoco dio frutos para el restablecimiento de la democracia. Citando fuentes internas de la oposición, el gobierno de Joe Biden decidió observar de lejos las discusiones sobre la inminente sustitución de Juan Guaidó por una nueva figura que asuma como máximo representantes de las fuerzas políticas que adversan al chavismo. ¿Habrá algún tipo de reconocimiento oficial desde Washington a este nuevo líder de la oposición? No está claro. De lo único que ya no queda duda es de que tanto Guaidó como Vecchio están en periodo de preaviso para entregar oficialmente sus cargos. Toda la prensa internacional coincide y la destemplada declaración del embajador de Guaidó que sabe que va de salida así lo confirma.